con sus trajes bordados de historias,
ellos caminan hacia la celebración,
ella envuelta en un kimono
que parece estar hecho de amaneceres.
cada pliegue, una promesa;
cada detalle, una ofrenda
a lo que fue y lo que será.
él, tímido,
pero con pasos que saben
lo que buscan,
lleva en sus ojos
la certeza de quien comprende
el peso de caminar junto a alguien
que brilla sin pedir permiso.
a su alrededor, el mundo mira,
las luces de la festividad los reciben,
pero ellos no necesitan nada más
que el ritmo compartido
de sus pasos.
ella no camina sola,
él no duda a su lado,
porque saben que la perfección
no está en el kimono
ni en la seguridad,
sino en el cruce de miradas
que convierten el instante
en algo eterno.
cada paso hacia la festividad
es un acto de fe
en lo que son
y en lo que juntos podrían llegar a ser.