En la casa abandonada vivo con soledad.
En cada rincón, hay un lugar solitario,
con mis recuerdos y sin piedad.
La vida continua su curso,
sin importar el abandono.
La supervivencia se aferra
Aunque el desamparo, sea un duro abono.
El aislamiento, se hace eco en cada pared.
Es un retiro forzado, la incomunicación arde.
La separación es palpable,
en cada paso constante
el destierro se impone
Se sube al regazo, cubre mi espalda.
me abraza el cuerpo y mi corazón se parte.
El encierro se convierte en cruel clausura,
testigo de mi amargura el lugar se asegura.
El destierro pesa como un peso sin fin,
la nostalgia se aviva, con este confín.
La melancolía se cuela con el aire cargado
de añoranza y tristeza, en el silencio callado.
La casa abandonada, un refugio en la naturaleza.
En su soledad, hay una vida que permanece.
La esperanza se asoma, la luz se cita.
En este destierro forzado, mi voz se agita.
La casa guarda secretos de gloria,
encontrando en este destierro
mi propia historia.
Que la soledad se transforme en un
canto sin vos.
Encontrando en el abandono
la fuerza en este poema, sin voz.
