DSC_9006

Efecto Óptico

En lo profundo de una selva tropical, lejos del mundanal ruido, se escondía la catarata Efecto Óptico. Era un lugar donde el agua caía desde alturas imposibles, creando un espectáculo de luz y color que desafiaba la percepción. Los locales hablaban de ella como si fuera un ser vivo, con un alma propia, capaz de mostrar maravillas y horrores en igual medida.

Un día, un hombre llamado Bastián, buscando escapar de la vida urbana y de sus propios demonios, se adentró en la selva. Había oído historias sobre la catarata, sobre cómo aquellos que la encontraban eran cambiados para siempre. Caminó durante horas, el sudor empapando su camisa, los insectos zumbando a su alrededor. Los arroyos se ensanchaban a cada paso, obligándolo a rodearlos o buscar lugares más estrechos para cruzar. Cada uno de estos pequeños obstáculos lo alejaba más de su pasado y lo adentraba en una soledad que empezaba a sentirse como un hogar.

Finalmente, llegó al claro donde la catarata se revelaba en toda su majestad. El agua caía en un torrente poderoso, golpeando las rocas con un estruendo que resonaba en el pecho de Bastián. La luz del sol, al atravesar las gotas de agua en suspensión, creaba un arco iris perpetuo, un efecto óptico que parecía transportarlo a otro mundo.

Bastián se sentó en una roca cercana, observando cómo la luz y el agua se entrelazaban en una danza eterna. Era un contrapunto perfecto: la fuerza bruta del agua y la delicadeza de la luz. En ese instante, se sintió como un cazador solitario, su corazón latiendo con una mezcla de esperanza y melancolía. La catarata parecía conocer su soledad, reflejándola en cada gota que caía.

La tarde fue avanzando y, conforme el sol descendía, las sombras se alargaron y la catarata cambió. El juego de luces se volvió más tenue, casi infernal, y Bastián sintió una inquietud creciente. La belleza del lugar se transformó, revelando un lado oscuro y profundo, como si la catarata estuviera mostrando su verdadera naturaleza. Era un hogar, sí, pero uno que albergaba tanto maravillas como pesadillas.

Bastián no se movió. Sabía que había encontrado un espejo de su propia alma, un lugar donde podía enfrentar sus miedos y encontrar la paz. Observó cómo la oscuridad se asentaba, cómo el agua seguía cayendo con una constancia que le recordó que, pese a todo, la vida seguía su curso.

Esa noche, durmió junto a la catarata, el sonido del agua siendo su única compañía. En sus sueños, la catarata le habló, no con palabras, sino con imágenes de su propia vida, de sus deseos y temores. Al despertar, sintió que algo dentro de él cambiaba. Había encontrado un hogar en lo inhóspito, un lugar donde podía ser íntegro y profundo, donde su corazón, aunque solitario, había encontrado un reflejo de sí mismo.

Bastián  se levantó, el amanecer trayendo de nuevo la luz y el arco iris. Sabía que tenía que marcharse, pero también sabía que siempre llevaría consigo la lección de la catarata Efecto Óptico: la belleza y el horror son partes inseparables de la vida, y en su unión, uno puede encontrar la verdadera esencia del hogar.

Scroll to Top