En la ciudad de las cúpulas y torres que se elevan hacia el cielo, cuando la lejanía se entrelaza con la historia, fusionando pasado y presente en mantas de recuerdos, anhelos y deseos. En medio de este escenario, la crónica de un encuentro se despliega con una melodía de deseos y esperanzas.
—Quédate—, susurran las cupulas al cielo, deseando que nadie tenga que ver cómo te alejas despacio. Anhelan que corras hacia ellos, que saltes a sus brazos y permitas que tus partes recompongan su ser desde dentro. Quieren ser testigos de tus pisadas que nunca se olvidan, de las burbujas que bajan y estallan en tus manos, llenándote de espacio y aire fresco.
En este lugar donde el pasado y el presente convergen, el deseo de quedarse es palpable en cada rincón. Se espera que la presencia sea tan fuerte que la misma lejanía se desvanezca, permitiendo que cada mirada sea un reencuentro y cada palabra un abrazo.
—Quédate—, ruega el corazón, hasta que la súplica sea irresistible. Sería bonito volver a verte, sin sentir la necesidad de esconder las cicatrices que llevan tu nombre. Porque en esta crónica de cúpulas, torres, lo más bello es poder compartir el presente sin temor al pasado, abrazando la vida con todas sus huellas y enseñanzas.
