DSC_7646

El Refugio Eterno

 

El volcán Miravalles se erige imponente, su silueta recortada contra el cielo, un guardián solitario de un mundo que parece haberse detenido en el tiempo. Los vientos soplan suavemente sobre sus laderas, acariciando la tierra con una dulzura que contrasta con la fuerza latente en su interior. Este lugar, rodeado de un silencio casi palpable, tiene una presencia que parece desafiar la misma naturaleza del tiempo.

Sin embargo, este sitio no es real, porque la realidad, por definición, está sujeta al cambio. Las estaciones pasan, las montañas se erosionan, las ciudades crecen y desaparecen. Todo lo que existe en este mundo está destinado a transformarse, a adaptarse, a seguir el ritmo inevitable del universo. Pero Miravalles es diferente. Es atemporal, un rincón donde la transformación se detiene, un refugio que se resiste a las leyes de la naturaleza.

Los visitantes que se aventuran hasta aquí sienten algo que no pueden explicar. Es como si entraran en otro mundo, uno donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan, pero sin tocarse. Aquí, los relojes no funcionan; sus manecillas se niegan a avanzar. La luz del sol es constante, ni la mañana ni la tarde dominan. Todo es estático, congelado en un instante que no termina ni comienza.

La realidad es efímera, un ciclo perpetuo de nacimiento, muerte y renacimiento. Los árboles florecen y luego se marchitan, el agua corre para luego evaporarse, la vida misma surge y se desvanece. Pero en el Miravalles, nada de eso sucede. Aquí, todo permanece en su forma más pura, inmutable. Es un lugar que no pertenece al mundo real, y sin embargo, existe.

Es en este espacio sagrado, alejado de todo, donde lo eterno encuentra su hogar. Los que buscan lo permanente, lo que trasciende la fragilidad de la realidad, lo encuentran aquí. No es un sitio para aquellos que desean cambio o evolución; es para los que anhelan la paz que solo lo inmutable puede ofrecer.

Al fin te encontré, podrías decir al llegar aquí, en este rincón del mundo que se niega a aceptar la caducidad de todo lo que conocemos. Aquí, en Miravalles, has descubierto un refugio eterno, un santuario que no es real en el sentido convencional, pero que, en su inmutabilidad, ofrece una realidad más profunda, más verdadera que cualquier cosa que pueda transformarse o desvanecerse.

Aquí, en este volcán que desafía el tiempo, has encontrado lo que siempre buscaste: un lugar que simplemente es.

Scroll to Top