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Agatha la tarántula

En lo profundo del bosque tropical de Costa Rica, donde la vegetación densa y exuberante oculta secretos milenarios, vive una araña tarántula llamada Agatha. Ella era diferente a las demás tarántulas; en lugar de tejer telarañas para atrapar presas, ella tejía preguntas en su mente inquieta.

Un día, mientras Agatha exploraba los senderos del bosque, se encontró con una mariposa azul que revoloteaba entre las flores. Intrigada, Agatha se acercó y le preguntó a la morfo: “¿Por qué vuelas tan alto y tan libre?”. La mariposa, con delicadeza en sus alas, respondió: “Porque cada aleteo es una búsqueda de verdad, una respuesta a las preguntas del viento y las flores”.

Impresionada por la respuesta, Agatha continuó su camino y se topó con una rana verde que saltaba entre las hojas. Curiosa, le preguntó: “¿Cómo es que tus saltos son tan decididos y precisos?”. La rana, con sus ojos rojos y brillantes, contestó: “Porque cada salto es un paso hacia el descubrimiento, una respuesta a los desafíos del suelo y el agua”.

Las palabras de la mariposa y la rana resonaron en la mente de Agatha. Comprendió que las respuestas a sus preguntas estaban en el mundo que la rodeaba, en las historias de cada criatura y en la sabiduría de la naturaleza.

Desde entonces, Agatha tejía sus telarañas con preguntas en lugar de hilos. Cada tramo de seda era una interrogante que se elevaba en el aire, buscando respuestas en el eco de la selva y en el susurro del viento. Aprendió que una pregunta puede contener más verdades que mil respuestas, y que la grandeza está en reconocer lo cercano, lo que tenemos al alcance de la mano y del corazón.

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